martes, 22 de junio de 2010

revolucion sandinista


Revolución Sandinista
Se conoce como Revolución Sandinista, o Revolución nicaragüense al proceso abierto en Nicaragua en 1978, y que se extendió hasta febrero de 1990, protagonizado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (llamado así en memoria de Augusto Nicolas Calderón Sandino) en el que se puso fin a la dictadura de la familia Somoza, derrotando al hijo de Anastasio Somoza, Anastasio Somoza Debayle, sustituyéndolo por un gobierno de perfil progresista de izquierda.[1]
La lucha contra la dictadura de los Somoza, que ya había comenzado a finales de los años 50 del siglo XX se intensifica significativamente en 1978. En marzo de 1979 se firma el acuerdo de unidad por parte de los representantes de las tres fracciones sandinistas y se decide impulsar la lucha. En junio se hace el llamamiento a la "Ofensiva Final" y a la huelga general y el 19 de julio de 1979 las columnas guerrilleras del FSLN entran en Managua, con un amplio respaldo popular, consumando la derrota de Anastasio Somoza Debayle.[1]
El nuevo gobierno, formado por un amplio espectro ideológico con presencia socialdemócrata, socialista, Marxista-leninista y con una influencia muy grande de la teología de la liberación, trataron de introducir reformas en los aspectos socio-económicos y políticos del Estado nicaragüense, tratando además los problemas relativos a la sanidad, la educación y reparto de la tierra que el país sufría. Logrando avances significativos y reconocidos internacionalmente.[2]
La oposición armada realizada y organizada por los Estados Unidos, que organizó la llamada contra y hundió al país en una guerra civil, junto a diversos errores de gobierno achacables a la inexperiencia de los sandinistas llevaron a Nicaragua a una posición económica crítica que hicieron que el FSLN perdieran las elecciones de febrero de 1990 en favor de la UNO presidida por Violeta Chamorro poniendo fin al periodo revolucionario.[1]
A mediados de los años 70, parte de los líderes económicos del país y la Iglesia Católica se empiezan a alinear en contra del gobierno de Somoza. Se forma un movimiento de oposición dirigido por Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, dueño del diario La Prensa, el mayor del país, y fuerzan al gobierno a realizar algunos cambios. Este grupo opositor encontró apoyo en las filas del Partido Demócrata de los EEUU y en el gobierno estadounidense de Jimmy Carter que impulsó una política exterior más respetuosa con los Derechos Humanos.[1]
El 10 de enero de 1978 es asesinado Pedro Joaquín Chamorro. El asesinato es atribuido al régimen y desata un gran malestar entre las clases medias y empresariales del país. En febrero se produce la insurrección del barrio de Monimbó de Masaya y en agosto se realiza la toma del Palacio Nacional por una columna del FSLN comandada por Edén Pastora. La negociación para la liberación de los políticos secuestrados en el Palacio Nacional hace que muchos presos políticos queden en libertad y que se pueda publicar y difundir un llamamiento a la población a la insurrección.
La insurrección se va generalizando y la represión gubernamental se agudiza y endurece llegando a realizar ataques contra la población civil. Esto hace que el FSLN adquiera apoyos y que comiencen a llegar protestas de países extranjeros que presionan al régimen somocista para que busque una salida negociada al conflicto.[1]
En marzo de 1979 las diferentes fracciones sandinistas firman el acuerdo de unidad y en junio se hace el llamamiento a la "Ofensiva Final" y se convoca una huelga general. El gobierno de EEUU intenta, mediante la OEA (Organización de Estados Americanos), parar el avance del Frente. El gobierno norteamericano intenta que la OEA destaque tropas de interposición en Nicaragua, pero no obtiene apoyo necesario de los países latinoamericanos presentes en la organización.[7] Posteriormente, poniendo como pretexto motivos humanitarios, intenta afincar tropas en Costa Rica para intervenir en Nicaragua, pero esta operación también fracasa. Lo mismo que los intentos de negociación con el FSLN para la composición de una Junta de Gobierno de Reconstrucción nacional. Finalmente, los Estados Unidos de América del Norte se ven obligados a pedir a Anastasio Somoza su renuncia a la presidencia de Nicaragua en un intento de controlar la situación. Somoza es sustituido por el presidente del Congreso Nacional, Francisco Urcuyo, que en uno de sus primeros actos como presidente hace un llamamiento al FSLN a que deponga las armas. La respuesta sandinista fue la de incrementar el avance y Urcuyo abandona el país. La Guardia Nacional se derrumba el Frente Sandinista de Liberación Nacional entra en Managua el 19 de julio de 1979 poniendo fin a la etapa dictatorial somocista asumiendo las responsabilidades de gobierno mediante la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional.[1]

revolucion de cuba


La Revolución Cubana es el movimiento revolucionario que comenzó con la insurgencia que se opuso a la dictadura de Fulgencio Batista. Actualmente también se asocia al período histórico tras su triunfo el 1 de enero de 1959, por varias fuerzas insurgentes, entre las que predominaba ampliamente el Ejército Rebelde, brazo armado del Movimiento 26 de Julio comandado por Fidel Castro.
Luego de las tendencias reformistas y autonomistas de notables pensadores criollos, como José de la Luz y Caballero y Félix Varela, los pensadores más progresistas del siglo XIX llegaron a la conclusión de que sólo la independencia de Cuba podría reivindicar a su población. A pesar de las advertencias de autonomistas cubanos (Rafael Montoro; Domingo del Monte) y de políticos y militares españoles como Práxedes Mateo Sagasta y Arsenio Martínez Campos, de la utilidad del status de Autonomía para Cuba, en aras de no perderla totalmente, el gobierno de Cánovas llevó a cabo una política empecinada y burocrática de extorsión y extremismo para con la isla caribeña.
Partido Comunista de Cuba
El triunfo de la Revolución de octubre de 1917 en Rusia, la difusión de los ideales socialistas y socialdemócratas europeos y latinoamericanos, llevaron a la creación del primer Partido Comunista de Cuba, fundado inicialmente por Carlos Baliño (quien fuera fundador del PRC y conocido de Martí) y Julio Antonio Mella (sobrino-nieto de Matias Ramon Mella, padre de la patria dominicana) en 1925. Mella fue un gran organizador, dirigente universitario, notable sindicalista y hombre de acción obrera, que dirigió numerosas manifestaciones (tanto escritas como en la calle) de protesta y condena a los gobiernos de turno. Luego de exiliarse en 1926, continuó su actividad luchadora en México, donde alcanzó rango continental por sus ideas claras con respecto al orden de las acciones para llevar a cabo una lucha política exitosa. En 1929 era asesinado misteriosamente en México, aún se debate si su asesinato fue ordenado por Machado o por Stalin. Cínicamente, el mismo Machado participó en su entierro, donde dio condolencias y habló irónicamente de que "...era una buena persona, pero comunista", lo que le valió el calificativo de "asno con garras" que le adjudicó el líder obrero y poeta Rubén Martínez Villena.
Una vez tomado el poder, los guerrilleros formaron un nuevo gobierno. El Presidente fue Manuel Urrutia Lleó y el Primer Ministro José Miró Cardona. Los ministros fueron Regino Boti (Economía), Rufo López Fresquet (Hacienda), Roberto Agramonte (Relaciones Exteriores), Armando Hart (Educación), Enrique Oltuski (Comunicaciones), Luis Orlando Rodríguez (Interior), Osvaldo Dorticós Torrado (Leyes Revolucionarias), Manuel Ray (Obras Públicas) y Faustino Pérez (Recuperación de Bienes Malversados). Fidel Castro permanecía como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Se trataba de un gobierno moderado, en el que coexistían diversas tendencias.
[editar] Juicios revolucionarios
Una de la primeras decisiones del nuevo gobierno, fueron los juicios revolucionarios como parte del proceso conocido como Comisión Depuradora contra personas consideradas criminales de guerra o muy asociadas con el régimen de Batista, y más adelante nuevos opositores como el Comandante del Segundo Frente Nacional del Escambray, Jesús Carreras Zayas, acusado de apoyar una rebelión en 1960.[5] [6] Entre enero y abril de 1959, alrededor de mil fueron denunciados y juzgados por medio de juicios sumarísimos de los cuales 550 fueron fusilados.[7] Ernesto Guevara en su condición de jefe de La Cabaña durante los primeros meses de la revolución, tuvo a su cargo los juicios y ejecución contra los detenidos en la fortaleza. La opinión personal de Guevara sobre los fusilamientos fue expuesta públicamente ante las Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964:
Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte. Nosotros sabemos cuál sería el resultado de una batalla perdida y también tienen que saber los gusanos cuál es el resultado de la batalla perdida hoy en Cuba.[8]

En enero de 1959 el abogado Jose Vilasuso, comenzó a trabajar en la Comisión Depuradora bajo las órdenes de Guevara, como instructor de expedientes. Este describio el paredón de fusilamiento manchado de sangre de personas sin pruebas incriminatorias y sin la posibilidad del ejercicio de una defensa justa y planteo que cientos de hombres fueron de la misma manera condenados a la pena de muerte por fusilamiento mediante sentencias preestablecidas en los juicios sumarísimos. Ejecuciones que pronto se extendieron a toda isla.[9]

Ante las discrepancias de Urrutia con permitir la aplicación de ciertas medidas de carácter popular, Fidel Castro renuncia públicamente a su cargo de Primer Ministro, generando una gran movilización ciudadana que exige su retorno y que obliga al presidente a abdicar, siendo nombrado Osvaldo Dorticós como nuevo presidente, con Fidel Castro como Primer Ministro.

un mundo desbocado


Un Mundo Desbocado es un libro clásico de Anthony Giddens, y la visión que otorga del mundo frente a la globalización es interesante. Tuve la fortuna de leerlo hace unos días y me aventuré a escribir algunas reflexiones.
En Un Mundo Desbocado, el autor sintetiza en cinco aspectos principales los efectos de la globalización en la vida del ser humano (globalización, riesgo, tradición, familia y democracia). De modo didáctico privilegia un conjunto de factores -para el autor- determinantes en los continuos y trascendentales cambios que la humanidad viene afrontando, como sociedad y como individuo. La necesidad de estos cambios se sustenta en el hecho de continuar en su interminable proceso de apertura a los nuevos acontecimientos, todos ellos relacionados con los avances de la ciencia, la tecnología y el pensamiento racional.
Apenas concluida la lectura de los primeros párrafos, una palabra coqueteaba con las ideas que, a partir de lo leído, iba formulando en mi cabeza cada vez, con creciente alusión: La incertidumbre.


Podemos definir a la incertidumbre como toda situación incapaz de predecir el desenlace único de un evento y que por consiguiente, procura la generación de un abanico de probabilidades a tomar en cuenta ante determinado hecho. A estas probabilidades, resulta oportuno sumarle otras aún menos predecibles como el riesgo de lo inesperado, acrecentando a un más la sensación de inseguridad e inestabilidad (emocional, económica, política, social), frente a un evento o situación.
A mi entender, la globalización produce el efecto de incertidumbre en los cinco aspectos que el autor determina en el texto. Entiende a la globalización como el fin del Estado-Nación, e introduce el concepto de las instituciones concha, como aquellas que mantienen su denominación, pero que han alterado su composición y forma de interpretarse ante la sociedad, es decir se encuentran en un trance de continuo cambio ante las nuevas modalidades de decisión, progresivas e interminables.
Es esa manifestación de cambio y la determinante influencia de los avances tecnológicos y científicos, basados en la previa concepción de la razón como camino al futuro, lo que actúa sobre el cambio o evolución de conceptos concluyentes para la comprensión y la permanencia de las sociedades como posibilidad de vivir, o sobrevivir en muchos casos.
Trasladando este fenómeno a lo expuesto por el autor, entiendo a la incertidumbre como la generación máxima de inestabilidad e inseguridad que la globalización produce en el individuo. Esta incertidumbre es generada en diferentes niveles (ya sea económico, político, social, sexual), y resulta acreditada por la capacidad humana de continuar estimulando sus posibilidades cognitivas.
Esta inestabilidad e inseguridad sólo es apaciguada por el consumo de productos generados por el mismo sistema, la publicidad, el entretenimiento, las tecnológicas. etc. Gracias a la globalización, el mercado se amplía para el vendedor y las posibilidades crecen para el consumidor, reduciendo de alguna manera, su mercado.
Existe una clara necesidad de poder y supremacía incrustada en todo ello. Por eso el poder económico resulta motor y motivo de la cambiante interpretación del mundo. Uno en el que, durante siglos, existió bajo una estabilidad particular que injusta o no, permitía a los gobernantes beneficiarse y a los gobernados, una capacidad de desinterés por acrecentar sus beneficios y posibilidades.
Foto: Edge
El autor refiere a una idea de democratizar la democracia al final del libro, explica que es necesario devolver el poder al pueblo y que los de arriba se enteren de que no son todopoderosos. ¿Pero es posible aquello con medios que se limitan a entretener y reniegan de su capacidad educadora?, ¿Es posible hacer conciente a un individuo bombardeado por una sociedad de consumo? Sinceramente, lo veo difícil.
Luego reseña el concepto de familia, explica el autor que este concepto ha ido cambiando positivamente, desde una razón económica hasta una razón plenamente sentimental. Dice que el matrimonio hoy en día está basado en la intimidad. Sin embargo, cada vez menos gente está interesada en casarse, menos mujeres no quieren tener hijos hasta que el reloj biológico aguante. Hay un cambio de visión en la educación.
Todos están interesados en cosas más importantes como realizarse profesionalmente y ser algo que envidiar en su círculo de amistades. Algunos pueden decir que es lo superficial lo que prima, otros, sin embargo, podríamos pensar que sencillamente es la democracia actuando como generador de posibilidades libres de ser elegidas. Mientras que antes las mujeres debían ser amas de casa, ahora pueden acceder a una vida empresarial y un sastre de ejecutiva exitosa e independiente.
Gracias a la globalización y a la posibilidad de interconectarnos con el mundo, un noticiero puede obviar la información sobre una posible tercera guerra mundial en Georgia y distraer con una nota más agradable sobre las declaraciones de una Paris Hilton al ser arrestada ebria por novena vez en el año. ¿Cual de las dos noticias tendría mayor audiencia? Eso dependerá de que tan bien acostumbrados a cada tipo de información esté el público, qué tan bien o mal hayan sido educados.
Otro punto es el riesgo, entendido como los peligros que se analizan activamente en relación a posibilidades futuras. Esto lo relaciono mucho con el sentido de incertidumbre, desarrollado al principio. La capacidad de reducir la incertidumbre lleva al mismo tiempo, a minimizar el riesgo.
Foto: El País
Pero el riesgo es necesario para innovar, para motivar el cambio y la continuidad de lo novedoso. Es así como la incertidumbre puede ser incluso una forma de placer, un canal para experimentar y por consiguiente, descubrir nuevas formas alternativas de concretar un objetivo, incluso de crear nuevos objetivos.
Y es entonces cuando deja de repetirse lo repetido, lo monótono y cotidiano. Entonces aquello entendido como tradición, y que según el autor es una creación de la modernidad, pasa a ser un medio relativamente necesario, porque nos mantiene seguros a algo fijo y estable, y por que su vez, nos permite valernos de esa ancla para husmear en otras profundidades de un mar posiblemente extenso y rico en eventos.
Como dice el autor, esas tradiciones definen verdades, quizá paradigmas que nos llenan de esa estabilidad que no tenemos cuando experimentamos, cuando cambiamos y hacemos de la vida una secuencia superficial y mediática en la que estamos más comunicados que nunca y más solos que siempre.
Bajo esta visión, los efectos de la globalización en nuestras vidas son contundentes y van alterando los fundamentos, modificándolos. La posibilidad de caminos se esparce y se multiplica. Sólo una educación enraizada en valores será capaz de sostenernos ante tan desproporcional viaje.